Era el momento de retomar nuestro cometido por esas tierras tan extrañas. Por desgracia sabíamos que no sería fácil, en nuestro interior habitaba cierta desesperanza, nuestra meta no era otra que descubrir el Aire mágico, debíamos encontrarlo, atravesar las puertas que lo encerraban y aspirarlo. Era el motivo principal de nuestro viaje y ni siquiera teníamos la certeza de poder acercarnos al lugar señalado, una fortaleza antigua que guardaba muchos otros tesoros.

No era el momento del desánimo, seguimos nuestro camino empleando de nuevo al gusano del subsuelo, cada vez más acostumbrado a nuestra presencia y nosotros a la suya. Nos dejó próximo a nuestro destino, sin embargo antes de ir en busca del Aire mágico nos permitimos perdernos por una zona con un gran mercado. Fueron momentos que regocijaron nuestro espíritu, una multitud de puestos variopintos competían por llamar nuestra atención, ya fuera con alimentos u objetos de todo tipo y origen, en todo aquel caos visual nos perdimos alegremente. De repente se nos abrió antes nosotros una extraña gruta iluminada por lo que parecía seres fluorescentes de variados colores, un golem gigante guardaba la entrada con su piel argéntea y brillante, no parecía peligroso así que decidimos comprobar qué guardaban aquellos seres luminosos. Al parecer esa gruta fue en otro tiempo la guarida de un cánido despiadado, que con sus artes oscuras transformó a todo tipo de criaturas en los seres brillantes que decoraban las paredes y suelos. De esas paredes además surgía un sonido pegadizo en cierto modo repetitivo e hipnotizante que nos acompañó durante la fantástica visita en la gruta del cánido oscuro. La antigua morada del cánido constaba de 3 niveles que se desarrollaban hacia las profundidades, suponemos que colindarían con los dominios del gusano del subsuelo. No había rastro del cánido, sólo quedaban los seres malditos y brillantes junto a antiguos tesoros que era posible llevar previo pago de un tributo al golem de la entrada. No adquirimos nada en ese lugar, pero quedamos fascinados por los extraños objetos que se nos presentaban, había ropajes y diferentes especies de armas fustigadoras.

De nuevo fuera, bajo la atenta mirada del golem decidimos que era el momento de abordar nuestro destino, no podíamos posponer más nuestra misión de aquel día, el Aire mágico no aguardaría eternamente y estábamos dispuestos a penetrar en la fortaleza que los guardaba, por las buenas o por las malas, otra cosa sería que lo lográramos.

La fortaleza no estaba lejos de aquel mercado, tras una caminata por el sendero, se levantaba ante nosotros la fortaleza circular, su inmensidad nos dejó sin aliento, la observamos detenidamente y ella permaneció imperturbable. Era el momento, debíamos actuar y así lo hicimos, con decisión y valentía. Dimos un primer paso, luego otro hasta que…


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