El día después en esa tierra encantada, preludio de nuestra marcha, nos deparó nuevas aventuras, un vergel mágico nos aguardaba. Sería imposible describir de lo que fuimos testigos, cuanto vimos colmó nuestras expectativas y trasladar en palabras todo aquello no está a mi alcance.

Sólo me resta tranquilizaros, pues todos regresamos sanos y salvos, con sobresaltos, sí, pero nada que un buen descanso posterior no podía restañar adecuadamente.



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