Tras una pequeña victoria, nuestro grupo debía separarse. Sólo 2 de nosotros habíamos elegido adentrarnos en el Aire Mágico, el resto continuaría profundizando en los misterios de Albión, pobres ilusos, con la pérfida Albión no se permiten los juegos banales, tuvieron que sufrir aquel día horribles tormentos, pero a su momento, relataré esa historia.

Mi fiel compañero y yo nos adentramos en los dominios del Aire Mágico, los pergaminos sagrados nos permitieron franquear todas las barreras de aquella fortaleza. Con la confianza y seguridad recuperada observábamos todo a nuestro alrededor, nuestros ojos se centraron en… una tienda, sí una nueva tienda con extraño ser en su interior. Estaríamos todavía bajo el hechizo de los puestos callejeros de Albión?, no lo parecía, o el encantamiento iba remitiendo en poder, pues la tienda fue la más raquítica que vimos aquel día, y no fueron pocas, os lo puedo asegurar. Aún así ambos caímos en la tentación, al parecer no hay relación entre belleza y el consumismo, fue todo tan extraño.

Por fin se nos abrió la última puerta, una cúpula sobre pilares de acero nos envolvía, estaba oscuro, pero no por ello se nos ocultaba la majestuosidad de aquel lugar. El tiempo pasaba y más y más peregrinos e sumaban a nosotros en aquel enclave, un murmullo de respeto en el aire, una extraña solemnidad, algunos elegidos podían alcanzar un estrato superior, en cierto modo los envidiamos, pero no podíamos quejarnos después las vicisitudes pasadas aquel fantástico día. Estábamos a pocos metros del lugar principal que ocuparía el Aire Mágico y desde donde se extendería por aquella extensa sala. Una sala que destilaba historia y mucha vida.

Previamente a la aparición del Aire Mágico, estaba preparada una actuación de lo que en nuestra tierra podrían llamar bufón, un entretenimiento previo al gran espectáculo posterior. Una labor muy honorable y en cierto modo no exenta de complejidad y riesgo, ya que de no cumplir unas mínimas expectativas su integridad podría correr un gran peligro. Salió este por fin, se trataba de una dama con cierta elegancia y gracia. Mediante un objeto blanco de pequeñas dimensiones, que de vez en cuando manejaba, producía una serie de sonidos acompañados por su voz en el lenguaje propio de aquellas tierras. No llamó demasiado la atención, ni para bien ni para mal, fue más bien curioso y la expectación por la llegada del Aire Mágico lo ensombrecía todo. Por fin la curiosa dama se fue, dejaron todo listo para el gran evento, estábamos en una posición inmejorable y llegó el Aire Mágico, años de espera de un pacto silencioso se tradujeron en la siguiente hora y media, describir los sentimientos que el Aire Mágico destilaba en nosotros es una tarea inabordable para mi raquítica pluma, todo el ambiente de aquel hermoso lugar, el duro viaje realizado, no sólo por ese día, sino por todo lo anterior, los sucesivos día a día que nos llevaron a aquel instante, todo un sinsentido aparente para un fin determinado, la vida.



El Aire Mágico se retiró tal cual llegó, en el ambiente aún se sentían sus coletazos, la atmósfera estaba cargada de buenas sensaciones y también nosotros debíamos retirarnos de aquella fortaleza. Cuán afortunados fuimos con respecto a nuestros compañeros. Es el momento de relatar sus desventuras mientras nosotros éramos colmados por el Aire Mágico, lograron no sucumbir a Albión, pero a un alto coste. En primer lugar, al separarnos, regresaron a la morada del gusano del subsuelo, fueron engullidos por la bestia, aguardando salir más tarde en su nuevo destino y desgraciados, la bestia los retuvo, esta se detuvo sin previo aviso y el pánico se adueñó de ellos, aún en el supuesto de conseguir salir en aquel lugar del cuerpo de la bestia, no sabían en donde se encontraban y si no era más que una trampa para ser devorados por alguno de los siervos del gusano. Por suerte se serenaron y aguardaron, poco después el gusano retomó el camino que debía, sin embargo de nuevo se detuvo, que dura batalla se debía estar librando fuera de aquellas entrañas, quién debía ganar para asegurar la libertad de nuestros compañeros. Son preguntas sin respuesta, no porque nuestros compañeros hubieran caído en tamaño enfrentamiento, sino porque finalmente lograron encontrar un punto desde el que huir a la superficie de nuevo. Sin ánimos para profundizar en alguno de los misterios de Albión, decidieron regresar a la colmena, lugar de descanso de nuestro viaje, no exento de peligros. Sus desventuras no acabaron ese aciago día, aunque lograron encontrar el lugar que tenían fijado en la colmena sin perderse en su basto laberinto, cuando el sueño reparador se adueñó de ellos, la muerte se cernió sobre ellos, un lamento que taladró sus oídos los puso en guardia, su capacidad de respuesta estaba limitado por el momento de relajación en que se la muerte llegaba, pero ágilmente se dispusieron a esquivar al ser de la guadaña, y escapara de nuevo. El laberinto de la colmena era un escollo grande, y aún así no se amilanaron, cruzaron pasadizos tenebrosos, escalinatas infinitas y el caos de los moradores de la colmena, que también evitaban a la muerte. Es imposible saber cuántos sobrevivieron y cuántos cayeron aquella noche, pero nuestros compañeros salieron de la colmena, orgullosos de su hazaña no pretendida por ellos. Poco después llegaron los druidas rojos y azules, precedidos por las sirenas de rescate. Expulsaron a la muerte de la colmena en poco tiempo y todo volvió a la normalidad allí, como si no hubiera ocurrido. Llegamos al fin nosotros, después de disfrutar del Aire Mágico y únicamente el relato de nuestros compañeros podía mostrarnos lo ocurrido en aquellas tierras tenebrosas. Con respeto a lo que nos pudiera suceder entramos en la colmena y llegamos al lugar de nuestro descanso. El sueño fue nuestra siguiente parada.

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