Paso a paso continuaba por el corredor oscuro, mi mente me obligaba a caminar, mejor esto que cuatro paredes luminosas, no hay nada como engañarse a sí mismo. Mis ojos cansados de mantenerse alerta ante tantas sombras se cerraron, la consciencia me abandonó sometiéndose a la monotonía del sonido de mis pies contra las escaleras de piedra, caminaba y caminaba pero mi mente estaba en blanco, el primer momento de paz desde mi despertar en la habitación. No podía durar demasiado, pero a mi mente no le importaba, simplemente mantenía el funcionamiento locomotor de mi cuerpo, el resto lo mantenía apagado. Una delicia. Pero entonces llegó la luz, de nuevo cegadora aún con los ojos cerrados, y así permanecieron un buen rato hasta que todo en mí volvió a arrancar, como al despertar de una buena noche de descanso, poco a poco tomé posesión de mi cuerpo, abriendo por fin mi mirada ante… ante qué me esperaba, supongo que durante una milésima de segundo esperaba el regreso, pero esa nimia esperanza fue segada de inmediato al encontrarme con una llanura de unas dimensiones inabarcables, una llanura de un verde harmonioso en la que una pequeña brisa tonificaba mi piel, y aireaba mis cabellos. No me invadió la desesperación, todavía era pronto, y acaba de tener un buen descanso aunque me pareciera mentira. Era incapaz de pensar que sólo existiera campo verde infinitamente sin ondulación alguna del terreno. Mi mente en cambio fue algo escéptica en ese sentido. Me agaché rocé con los dedos la hierba, poseían un tacto suave y relajante y su color no me disgustaba en absoluto. Después de unos segundos deleitándome, inicié mi camino hacia ninguna parte.
domingo, abril 29, 2007
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