sábado, diciembre 23, 2006

La Historia: una salida?. 002

La Historia: una salida?. 002

La habitación silenciaba todos los sonidos que surgían de mi desesperación. La mesa y la silla estaban deshechas por el suelo, ofreciendo un contraste curioso con la blancura de la sala. Las paredes permanecían prácticamente imperturbables, únicamente marcas oscuras contaban cuáles habían sido mis actos de locura. Ningún hueco, la pared no ofrecía ninguna grieta, ninguna corriente de aire. Cansado y abatido, sin fuerzas, me senté sobre el colchón, que sí, definitivamente era duro. Algo extraño pues no lo parecía tanto cuando estaba recostado sobre él. Una idea irracional se cernía sobre mi cabeza, mientras, al mismo tiempo, el colchón iba tornándose a un color más oscuro, un tacto más sólido. Qué era aquello, al instante me incorporé de la cama, un sudor frío recorría mi cuerpo, sería de despedazar los muebles, o del terror ante la metamorfosis de la cama. Mi mirada no se apartaba de la masa cambiante en la que se había convertido el colchón. Después de unos segundos eternos todo paró, sólo quedaba una puerta?, una puerta con un pomo esférico de madera había sustituido a la cama. Qué estaba sucediendo, qué me ocurría realmente. Todavía estaba razonando, aún conservaba la cordura, o no?. Poco a poco comencé a agacharme, qué me encontraría debajo de la puerta, la curiosidad se imponía al miedo, al miedo a qué algo volviera a cambiar o que cualquier ser se abalanzara sobre mí desde la única sombra que existía en la habitación. Nada, no parecía haber cambiado nada bajo la “cama”, inconscientemente extiendo mi brazo, esperando topar con algo, pero el vacío reinaba entre las sombras. Vuelvo a levantarme, miro a mí alrededor, y la puerta que tanto ansiaba encontrar está ante mí, en una posición imposible, pero es lo único a lo que me puedo agarrar. Lentamente mi mano envuelve el tirador de la puerta girándolo con suavidad, tirando hacia fuera la madera comienza a gemir pero se desplaza sin oponer resistencia. Ante mis ojos se aparecen unas escaleras de piedra, no se divisa ningún final, pero cualquier cosa será mejor que esta luminosa habitación sin salida, aunque sean unos peldaños viejos y oscuros. Una vez abierta totalmente la puerta me sitúo sobre las escaleras, empiezo a descender paso a paso, escalón a escalón apoyándome sobre unas paredes húmedas, cada vez con menos luz. Al menos la puerta no se ha cerrado, a mis espaldas aún podía ver un rectángulo de luz ahora pequeño. Dejaba atrás la habitación.


La Historia: el comienzo. 001

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