Caminaba tranquilamente por unas calles poco iluminadas, ni un alma a mi alrededor en una noche de niebla. Los comercios, bares y portales estaban bien cerrados, sin inmutarse ante el sonido de mis pasos. Únicamente se reflejaba mi cuerpo sobre todos estos lugares, observándome mi doble sombrío, esperando a que detuviera mi marcha y me fundiera con él. Pero yo continuaba, aislado, disfrutando del ambiente umbrío y húmedo. En un momento luces de xenon de una lujosa berlina se cruzaron ante mí, dejándome un instante de ceguera y una compañía indeseable que una vez alejada de mí, acentuó la oscuridad que de nuevo me abrazaba. Momentos de paz, momentos de oscuridad.
lunes, junio 16, 2008
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